CHILE-ARGENTINA





20/09/2025
Comienza el inicio de esta ‘aventura ‘. No se puede decir que, estos dos primeros días, sean especialmente atractivos; el hecho de viajar en avión (aviones en este caso) de un punto a  otro tan  lejano del planeta lo convierte en una experiencia bastante estresante.
Después de llevar el auto al parking donde pasará una temporada hasta mi regreso, la furgoneta de esta empresa me acerca a la terminal de  salidas del aeropuerto de Alicante.  Facturación de equipaje para Madrid. Control de aduana. Espera junto a la puerta de embarque correspondiente. Salida hacia la capital. 45 minutos de vuelo.

Señalar que, en los dos primeros vuelos, he estado acompañado por Angie, una muchacha colombiana super simpática con la que he compartido charla y complicidad y que volvía a casa tras pasar una temporada en Torrevieja con parte de su familia.


Madrid. Facturación de equipaje. Control de aduanas. Búsqueda de puerta de embarque. Salida hacia Bogotá. 10’30 horas de vuelo. Llegada a la capital colombiana. Control de pasaportes,  aduana y recogida de maleta.
Bogotá. Facturación de equipaje. Control de aduanas. Búsqueda de puerta de embarque. Salida hacia Buenos Aires. 6’30 horas de vuelo.


21/09/2025
Llegada a la capital argentina. Control de pasaporte, aduana y recogida de maleta.
Buenos Aires. Facturación de equipaje. Control de aduanas. Búsqueda de puerta de embarque. Salida hacia Santiago de Chile. 2,30 horas de vuelo.
Mediodía de un domingo frío y luminoso, el taxi me conduce al hotel, en la comuna de Providencia.
Estoy realmente muerto y contento.
Hago el check-in, deshago la maleta, me doy una ducha, me cambio de ropa y salgo a comer algo a un restaurante de la zona, compro después algo de beber y de picoteo en un mini-market cercano, vuelvo al hotel y… el sueño me puede. Ya duermo como un lirón hasta el siguiente día.


Después del desayuno vuelvo a la habitación para terminar mi aseo, hacer mis necesidades y vestirme adecuadamente. La temperatura en esta mañana es de 6° y el cielo muy despejado. Algo que me hace pensar que  voy a tener unas vistas espectaculares desde lo alto de la torre sky-costanera.
Hasta allí me dirijo por entre las calles de la comuna de Providencia  dando un agradable paseo. Entro primeramente al centro comercial y le hago un recorrido por sus plantas, curioseando escaparates. Paso por Decatlon Santiago y hago un par de compras.


Ahora tomo el elevador ‘supersónico’ que me deja en las dos últimas plantas (61 y 62) del edificio (el rascacielos más alto de Sudamérica).
Efectivamente, las panorámicas de hoy son espectaculares.


Un buen rato gozando de las vistas, haciendo fotos y selfies… y me dirijo a la planta baja para salir del complejo comercial y dirigirme al  Museo Parque de las Esculturas, situado en uno de los márgenes del río Mapocho.
El lugar es muy agradable, con muy buena vegetación y salpicado de esculturas, muchas de ellas geniales.


Un largo rato después me dirijo por los alrededores del hotel para cambiar euros por pesos, curiosear algunos locales  para alguna futura comida o cena y finalmente he entrado a tomar algo en Calabria Manuel Montt (un par de jugos de piña y una pizza 4 quesos).


Al terminar, y antes de ir al hotel, he pasado por un minimarket, he comprado algo para cenar y ya en la habitación he estado escribiendo un rato, he dormido algo de siesta, he estado viendo tele y no he tardado en volver a dormir hasta la mañana siguiente, que hay que madrugar bastante para hacer una excursión que ya estaba reservada desde España.


Madrugando al canto. En el hotel me han preparado algo para desayunar y a eso de las 5:30 ya estoy en la puerta del alojamiento esperando la furgoneta que me va a llevar, junto a un grupo reducido, a una actividad en el Cajón del Maipo.


Los componentes de esta excursión son gente de distintos países (Brasil, Colombia, Costa Rica, Perú, etc…) que junto con Juan, el guía, haremos un recorrido por el embalse del Yeso.
Nos dirigimos hasta San José de Maipo, un pintoresco pueblo, que se encuentra a 50 kilómetros de la capital chilena. Aquí, en una venta, aprovechamos para tomar el desayuno; estamos a unos 0°.
Después de esta parada continuamos circulando, siguiendo el curso del río Maipo, por entre las paredes de este cañón,  el llamado Cajón del Maipo, cuyas aguas descienden directamente de las cumbres andinas. Llegamos al espectacular Embalse del Yeso, famoso por el intenso color turquesa de sus aguas. Aquí las nieves están  a nuestros pies y tenemos que realizar andando una pequeña caminata por los alrededores. En este punto estamos a unos -12°.


Seguimos, después del paseo, hacia Las Melosas y el Puente El Cristo, dos puntos emblemáticos con unas vistas panorámicas impresionantes.


Más tarde, hacemos una pausa en un restaurante de la zona para almorzar, cada uno por su cuenta.
Ya con el estómago lleno, Juan nos lleva a la famosa Casa del Chocolate (al estilo del cuento de Hansel y Gretel), un rincón ideal para los amantes de los dulces. Ideal también para dejarse algunos miles de pesos.


Después, nos lleva a una hacienda vitivinicola donde, junto a otros grupos de excursionistas, nos ofrecen juegos, música y un pequeño pícnic que incluye, de forma gratuita, quesos, aceitunas, salami, vino y zumos.


Por último,  emprendemos el camino de regreso a Santiago de Chile.

A la llegada a la capital empieza a caer la noche. Ya poca actividad, llego al hotel y a dormir hasta el día siguiente. 


Hoy el día  ha amanecido muy frío y, después del desayuno y el aseo matutino, he salido a la calle embutido en ropa de abrigo.
La ciudad está teniendo unos días de  vaguada térmica (mañanas frescas y mediodías sofocantes). La intención de esta jornada es pasear por la ciudad, contemplando parques y avenidas, llegar hasta el centro, visitando el Museo Chileno de Arte Precolombino y terminar en la Plaza de Armas y el Palacio de la Moneda.


Hasta ahí todo perfecto.
Antes de llegar al primer parque, el de Inés de Suárez,  ya me había  quitado las dos prendas de abrigo que llevaba.
Al paso por el Parque Bustamante, el Parque San Borja y el Cerro Santa Lucía  el calor era insoportable. Y al llegar al Museo Chileno de Arte Precolombino yo ya iba totalmente empapado.


Después en la Plaza del Palacio de la Moneda y en la Plaza de Armas hago un par paradas reparadoras.
Lo bueno, o lo fuerte, viene ahora… le doy ‘instrucciones’ a Google maps para que me dirija al hotel, hasta ahí  todo correcto. Yo comienzo a hacer caso de sus indicaciones cuando… me doy cuenta que me había llevado por todo Santiago y había vuelto a la Plaza de Armas…


Cabreado como un mono le vuelvo a ‘pedir’ que me lleve hasta mi hotel… Por fin, después de dos horas dando vueltas y 5 kilómetros de más, llego agotado a la zona, hago un compra en el minimarket (ahora ya, mi minimarket) y entro en la habitación tan agotado que sólo quiero dormir.
Han sido unos 17 (÷/_) kilómetros de calles y asfalto demoledores… pero feliz porque esta ciudad me encanta.
Después de dormir un par de horas, me como lo comprado en la tienda, me tomo un café y me pongo a ver tele y a escribir un rato sobre cómo ha ido el día.
La noche ha caído y yo con ella rendido en la cama. Antes, una buena ducha y… a soñar con los angelitos.


Hoy me lo voy a tomar con más calma que ayer. También recorreré las calles de este Santiago primaveral. Antes, mi buen desayuno y mi tiempo para que mi vientre se recomponga.
Además hoy es mi cumpleaños y quiero un día sin grandes sobresaltos.


Salgo en dirección norte, hacia el Jardín Japonés de la Amistad; un pequeño espacio sublime  que nos transporta a los Jardines Nipones del siglo XII por sus distintivas especies japonesas como cerezos de flor, flor de loto, acer japónico, cotoneaster rastreros y azaleas. Diseñado por el arquitecto Tadashi Asah por iniciativa de la Cámara Chileno Japonesa de Comercio para conmemorar 100 años de relaciones entre ambos países. Inaugurado en 1997 por el Príncipe Hitachi, en el Jardín Japonés en el Parque Metropolitano llama la atención su rueda de agua y pileta con flores de loto. 
Este jardín, se ubica a sólo 400 metros de altura desde el acceso por Av. Pedro de Valdivia Norte. 
Un buen rato de relax en este magnífico espacio y continuo mi paseo por el Parque Metropolitano de Santiago y el Cerro San Cristóbal  visitado los miradores de Vista de Santiago,  de la Cordillera y de Peñihue.


Ahora ya por entre las calles de Pedro Valdivia Norte y las de Providencia me dirijo nuevamente a los alrededores de mi hotel (Casa de Todos, magnifico).
La comida la hago en Local Buguer Providencia, una hamburguesa vegana y una cola zero. Y como fin de fiesta  un postre de chocolate con las velas de la suerte ( el 6 y el 8) y la canción de cumple feliz por parte de las amables  empleadas.
Un pequeño paseo por los alrededores para bajar la comida y disfrutar de un tiempo luminoso, me acerco por el minimarket,  compro cuatro cosas de pikipiki y algo de beber y me dirijo al hotel a dormir siesta, ver tele,  escribir, cenar ligero y dormir… que mañana hay pegarse un buen madrugón (toca dejar Santiago  y tomar un vuelo al sur, la Patagonia)


El hotel de Santiago me ha preparado un desayuno para llevar y el taxi me ha recogido antes de las 6:00.
Ya en el aeropuerto he facturado la maleta, he pasado el control policial y me he dirigido a la puerta de embarque correspondiente.
La verdad es que todo ha ido sobre ruedas, el vuelo ha salido puntual y la llegada a la parada técnica,  en Puerto Monnt, antes de la hora prevista… Después el aterrizaje en el aeropuerto de Punta Arenas también casi con media hora de adelanto. Por lo que el Uber que tenía  contratado no ha tenido que esperar, me ha dejado en la puerta del hotel y he efectuado el check-in antes de lo previsto.


El equipaje se ha quedado en la habitación y me he ido a comer a un restaurante recomendado por el gerente, La Casa De Doña Maria.  Un lugar limpio, agradable y con comida de calidad.
Vuelvo al alojamiento,  un poco de descanso, otro poco de orden de los bártulos de las maletas y… salgo, aprovechando la luminosidad de la fría calle, a callejear por la ciudad, Plaza de Armas y sus alrededores.


Para finalizar, me tomo un cortado en ‘Bendito Pan’ una cafetería que me trae muy buenos recuerdos de la anterior visita a la ciudad; hasta las empleadas me han recordado, eso me ha emocionado, la verdad.


A eso de las 9:00, y después del desayuno en el hotel, he estado esperando el transporte para la excursión al Fuerte Bulnes.
Creí que llegaría una furgoneta con varios participantes y ha llegado un taxi con el chófer (Juan Antonio) y un solo compañero (Ezio, natural de Perú con orígenes italianos).
Con ellos se ha iniciado el  viaje hacia el fuerte.


A 52 kilómetros de la ciudad de Punta Arenas, Fuerte Bulnes es un viaje al pasado. Fue aquí donde se asentó el primer poblado patagónico que tomó posesión del Estrecho y Tierras aledañas (1843). La construcción original data de 1843, y se edificó dada la necesidad de ejercer soberanía en el extremo austral de Chile.
Este monumento histórico invita a sentir cuán dura fue la forma de vida de los colonos chilenos que lograron con éxito habitar esta región. En el tour se visitan varios sitios de interés, tales como el centro interpretativo que alberga una muestra sobre la historia humana y natural en relación al Estrecho de Magallanes, el mirador del Estrecho, el faro O’higgins, la iglesia, el correo, la cárcel y los establos.
Mientras Juan Antonio hacía, con sus explicaciones, un recorrido histórico,  Ezio y yo permaneciamos atentos a su ‘speach’.


Realmente impresionado con el lugar, yo pensaba que me encontraría con cuatro viejos tablones de madera, algún  cartelucho explicativo y poco más… Nada más lejos, un área bien cuidada y conservada, sus chozas, sus cobertizos,  sus empalizadas, su pequeña iglesia, etc… Todo con el sabor de aquellos duros tiempos.  Un centro de interpretación,  con su cafetería y su tienda de recuerdos muy lindo y bien diseñado.
Tomamos en él un café y charlamos un buen rato de ese pasado y también de nuestro presente particular.
Mientras, en el exterior, la lluvia, que nos había respetado hasta entonces, caía sobre el bosque que nos rodeaba.
Pasado el mediodía volvemos al auto y nos dirigimos hacia la ciudad.
Dimos por terminada la experiencia al llegar a Punta Arenas.
El chófer me dejó en la calle Libertador Bernardo O’Higgins, una de las zonas con buenos restaurantes.
Yo he dado una vuelta por los alrededores, he recordado el rest. asiatico de hace dos años (Nuevo Siglo) y he comido en él.  Al terminar, una pequeña compra y el café lo he tomado en  Bendito Café.
Después me he dirigido al local Kuarto Nirvana Studio, en la calle Capitán Ignacio Carrera Pinto, he preguntado para hacerme un pequeño tatuaje y Fabián,  el chico del pelo rojo, me ha hecho lo que le he pedido.


A media tarde he vuelto al hotel, algo de relax, algo de tele, algo de escritura y, con calma, descansar hasta el día siguiente.


Hoy, domingo, el día ha amanecido nublado, lluvioso y muy frío (-2°). Por ello las calles están desiertas y se respira una tristeza en el ambiente; eso es al menos lo que yo pienso, seguro que la gente, al ser su día libre, está en la cama calentita  repantigada y disfrutona.
Yo, después del desayuno,  he salido a dar una vuelta por las calles de Punta Arenas… Con esa ‘alegría’, la mañana pedía un paseo por el cementerio Sara Braun; una visita indispensable en esta ciudad.
En sus 8 hectáreas de terreno, se observan más de 600 cipreses en hileras a lo largo de sus avenidas, creando un ambiente solemne y de gran belleza.

Inaugurado en abril de 1894, este cementerio nos lleva a la época dorada de Magallanes, cuando Punta Arenas era el único puerto de conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico.

La ciudad se erguía en un clima inhóspito, y el esfuerzo de sus habitantes la convirtió en un símbolo de progreso.

En 2012, el Cementerio Sara Braun fue declarado Monumento Nacional Histórico, y ha sido reconocido internacionalmente entre los diez cementerios más hermosos del mundo por diversos medios de comunicación.

Una de sus características más distintivas es la presencia de mausoleos y sepulturas de organizaciones de beneficencia, que se encargaban de dar sepultura a aquellos inmigrantes que llegaron a Punta Arenas de manera solitaria, sin familiares cercanos.

Chilenos, principalmente provenientes de la provincia de Chiloé, europeos y pueblos originarios habitaron la Región. Recorrer este lugar es ingresar en la historia de la Patagonia, un viaje que revela el legado de quienes contribuyeron a formar la ciudad.
Después de un buen rato de paz entre tanto muerto, me dirijo al centro en busca de uno de los pocos negocios que hay abiertos, un supermercado.  Aquí he hecho una compra de bebida y alimentos para el resto del día.
De nuevo, sin prisa, caminando por las calles he llegado al hotel.
Una ducha reparadora, me he preparado un bocadillo de jamón, un zumo de manzana y un plátano,  algo de tele, algo de siesta, algo de escritura y la tarde ha dado paso a la noche de un domingo bastante frío y solitario.
Un poco de cena, de tele y… hasta el día siguiente.


Este lunes amanece frío y despejado. Bajo al comedor del hotel para el desayuno. Al terminar me retiro para el aseo y ‘esas cosas’.
Hoy me he propuesto caminar por la ciudad y subir al Cerro de la Cruz, aprovechando la mañana luminosa y contemplar algunos de los mosaicos que adornan sus calles.
Eso sí,  el frío  está  ahí  (-2°).


Bajo al centro, curioseo en algún  comercio de souvenirs, cambio euros por pesos argentinos en un change-shop,  me paseo por el puerto, se ha levantado un viento de cojones, miro al horizonte para buscar, entre las naves atracadas, el posible barco que me lleve al día siguiente de crucero. Sólo se ve uno que, quién sabe, podría ser.


Vuelvo callejeando a la zona centro, paso por el asiático de la última vez y entro a comer. Todo muy rico.


Al salir, el día se ha nublado y está cayendo aguanieve, además con el fuerte viento se hace muy desagradable.
Compro unos imanes de frigorífico e una tienda de regalos, hago compra de alimentos y agua para la cena en un market y… entro en la cafetería Bendito Pan y me tomo un cortado.
A la salida me dirijo al hotel para dormir siesta.
A media tarde voy a comprar un par de regalos y vuelvo a la
cafetería Bendito Pan y… esta vez me apetece un helado.
Ahora ya sí,  vuelvo al alojamiento,  una ducha, preparo mi equipaje y a dormir (bueno, a intentarlo al menos; el crucero de mañana me tiene nervioso).


Hoy, por fin, es el día señalado para la salida del crucero desde el Muelle Prat,  en el puerto de Punta Arenas.
Hasta  la hora del check-in  (sobre las 15:00) tengo tiempo más que suficiente para, después del último  desayuno  en el hotel,  dejar el equipaje en el alojamiento y dar un paseo por la ciudad,  comprar alguna cosa,  tomar un café, dar una vuelta por el puerto (hacer comprobación visual), comer en un restaurante y volver para recoger la maleta y esperar el Uber que me lleve al muelle.


Hago el check-in  e, igual que todos los pasajeros, esperamos algunas horas hasta un transporte interno nos acerque hasta el barco.
Una vez dentro, todo muy bien organizado, nos acomodan a todos en nuestros camarotes.
El mío,  individual,  es una auténtica pasada!!!


Por idiomas, somos de muchas nacionalidades diferentes, nos emplazan en un salón del buque para darnos un pequeño refrigerio y una charla de  bienvenida (funcionamiento, normas de seguridad, programa a seguir, etc…)
En este momento,  los reunidos para la bienvenida en español,  somos testigos de la reacción de una de las pasajeras… De pronto se quedó como dormida, se puso a llorar desconsolada y, seguidamente, comenzó a convulsionar. Nos quedamos todos atónitos.
Nos dirigimos después cada cual a su camarote correspondiente hasta la hora de la cena.
Ya en el comedor cada uno tenía una mesa asignada. La mía la comparto (imagino que será así durante toda la travesía) con otros tres ‘singles’ de habla española.
La cena estupenda, la verdad.
Suerte o desgracia que en la mesa de al lado estaban dos parejas y una de las mujeres era casualmente la del ataque en la charla.
Un nuevo ataque le dio, en esta ocasión  se quedó  como en blanco y comenzó a chillar, cada vez más alto y con más violencia. Momentos muy desagradables que dejaron en shock a todo el  salón.  Finalmente la tripulación intervino,  su pareja estaba descompuesto y, procurando calmarla, hicieron que se retiraran a su camarote correspondiente.
Ya la cena transcurrió sin más incidentes.  Al finalizar, yo me retiré a mi cuarto para dormir (o esa era la intención) hasta el día siguiente.


Ha sido una noche mágica,  la visión del mar por el ventanal me ha tenido entusiasmado y he dormido con intermitencias.
El día se presenta interesante.
Tenemos el desayuno  a las 8:00, aunque  mucho antes yo me he recorrido las cinco cubiertas, curioseando.


Después he vuelto al camarote para terminar mi aseo y prepararme para una excursión por el exterior; un sendero muy atractivo por los alrededores del glaciar Marinelli, en la bahía Ainsworth,  paseando por entre el bosque magallánico y visitando un viejo dique de  castores.


Al término de la caminata volvemos al barco. Nos reciben con un chocolate caliente y… nos dirigimos a nuestros camarotes para cambiarnos de ropa, ponerla a secar y prepararnos para el almuerzo, en el comedor de la cubierta 1.

A media tarde está prevista una salida, de nuevo en zodiac, para visitar una colonia de pingüinos pero se ha puesto a llover (aguanieve) y el mar está demasiado movido por lo que han anulado esta excursión.

El pasaje pasamos el tiempo entre las cubiertas y las cafeterías del barco hasta la hora de la cena.

Después, y por recomendación de la tripulación, pasamos a nuestros camarotes para recibir una noche de mar brava.


Glaciares Pía y Porter.
Una de las actividades principales del día de hoy.
Después de una noche muy movida, con un mar embravecido a causa del choque con el océano Pacífico,  hemos tenido un desayuno tranquilo. Está organizada la visita, en zodiacs, al glaciar Porter por turnos de idiomas. El barco ha fondeado en el fiordo, frente al glaciar Pia,  un hermoso espectáculo helado. A los pasajeros de habla hispana nos toca a las 10:00 am.
A la espera de nuestro turno, nos mantenemos expectantes.


Por fin entramos en un grupo de ocho personas, junto al guía y el capitán.  La zodiac se adentra varios kilómetros  en el fiordo Pia, dejando atrás el glaciar homónimo y acercándose por las frías aguas, entre pedazos flotantes de hielo, al majestuoso Porter.
El espectáculo es absolutamente increíble. Tanta belleza causa el efecto ‘síndrome de Stendall’ y las lágrimas son las compañeras de este mágico momento.
Momentos que te dejan sin palabras y te recuerdan que el ser humano no es más que una minúscula partícula en un espacio infinito.
Vuelvo después al barco, un rato en el camarote, momentos de relax y asimilación.
Llega la hora de la comida, charla distendida con los compañeros de mesa y, casi sin tiempo, se ha organizado otra actividad, una caminata por los alrededores del glaciar Pía, en una pequeña península frente a él.  Tres niveles de dificultad,  yo me apunto al más difícil (chulo que es uno!!!).


Para esta salida y esta dificultad, mi grupo toma primero la zodiac y, al llegar, comenzamos el recorrido. Un primer tramo, algo más sencillo, hasta un mirador.
Las vistas de este glaciar son alucinantes.
Un segundo tramo hasta una pequeña cumbre, mucho más dificultoso, más empinado, pisando entre piedras, árboles patagónicos, barro y agua.
Si el ascenso es difícil,  la bajada lo es mucho más.
Finalmente se cumple con el recorrido y el grupo, reducido, vuelve a la zodiac y al barco.
Tiempo posterior para secar las ropas mojadas, limpiar las zapatillas, darse una ducha y descansar un rato hasta la cena.
La nave deja el fiordo Pía y se dirige, por la Avenida de los Glaciares, hacia su próximo destino.
Por megafonía van nombrando los glaciares que vamos encontrando.
Ha sido una jornada intensa.


En la cena, llamada ‘del capitán ‘ nos recibe y saluda en la entrada al salón.
Momentos de charla distendida con los compañeros, foto del grupo incluida.
Al terminar, es tiempo de retirarse a descansar; el día siguiente tiene una actividad a primerísima hora que no interesa perderse.


La jornada da comienzo a eso de las 6:00 am en la cuarta cubierta. Un desayuno informal y preparados para la actividad.
Está previsto un desembarco, en zodiac, al Cabo de Hornos, el punto más meridional del continente americano; la Antártida está muy cerca.
Estamos todos realmente excitados.
Habían avisado que las posibilidades de realizar esta salida eran de un 50%; todo dependía de las condiciones metereológicas.


Un mar embravecido y un viento de 70 nudos ha sido la causa de cancelar la actividad.
De todas formas, el barco ha estado dando vueltas por los alrededores del Cabo, se acercaba y se alejaba, dando la posibilidad al pasaje de sacar todas las instantáneas que hemos deseado.
Fabuloso!!!
Los Albertos y yo hemos tenido nuestro momento fotográfico.
Vuelvo al camarote, estoy un rato charlando con el chaval de limpieza, comentamos anécdotas de éste y de otros cruceros anteriores; momento agradable junto al trabajador.
Es muy pronto y vuelvo a la cama.
A eso de las 8:30 dan aviso por megafonía del inicio del desayuno en la cubierta 1 (ahora ya es el segundo).
Al término subo a la cuarta cubierta y estoy un rato contemplando el paisaje y escribiendo.
Llega la hora de la comida; hoy el menú es típicamente chileno, incluso nos amenizan con unos bailes folclóricos.
Por la tarde está preparada una última excursión.  Esta vez también tiene tres niveles,  yo elijo el intermedio, aunque tratan de convencerme de hacer el difícil.  Al principio accedo al complicado pero, una vez iniciado, llego a un punto del recorrido y cambio al intermedio.


Era en la bahía de Wulaia y había que llegar a media montaña, a un mirador desde donde se divisaba la ensenada donde ha fondeado el barco, rodeado de islas de impresionante belleza.
Vuelvo al crucero, me preparo la maleta y la ropa con la que voy a poner fin a esta aventura.
Tiempo de cena, despedida de la tripulación y una copa en la cubierta de la 5 planta y poco más.


La noche la hemos pasado fondeados en el puerto de Ushuaia. A las 8:00 he retirado el pasaporte ya sellado. He bajado al comedor para el último desayuno, despedida de todos los pasajeros con los que he tenido más contacto…
Los compañeros de mesa, David, Raúl  y Ricardo, la simpática pareja de argentinos (Pedro y su esposa), los Albertos (el padre y el hijo, holandeses), el matrimonio de chilenos de la mesa de al lado, el médico y su mujer, él atendió a la chica que sufrió el ataque, ‘Rocio’, la guía y algunos más que no recuerdo sus nombres. Todos han sido una agradable compañía.

Bajo del barco,  paso por una aduana casi inexistente… Ya estoy en Argentina.


Camino con mi equipaje hasta el hotel, que está bastante cerca del puerto, dejo las maletas en la recepción; es muy pronto para  hacer el check-in.
Me doy una vuelta por la ciudad.


Una primera  toma de contacto con un Ushuaia frío y luminoso,  rodeado de blancas montañas.
Vuelvo al hotel y, tras unos minutos de espera, puedo ocupar mi habitación.
Voy a evitar describir la sensación al entrar al cuarto; después de pasar 4 noches en un camarote de  lujo esto era de-cep-cio-nan-te.
Vamos, una pocilga.
Hago de tripas corazón,  me aseo, me cambio de ropa y salgo a buscar un lugar para comer.
Después de una hamburguesa-quesochedar-patatas-cerveza-café, ya algo más repuesto del primer impacto me dirijo a un supermercado para hacer una primera compra (mañana es domingo y quizá no haya nada abierto)
Una vez llego a la habitación,  ordeno mis cosas y la compra, me dedico a ver qué  se puede planear para el día siguiente, reservo un Uber para que me lleve al aeropuerto el día de la partida,  escribo un rato y… poco más.
El día ha sido un choque a la realidad, estoy cansado y mañana será otro día.


Si ayer el hotel me produjo una profunda depresión, hoy me la ha incrementado la ciudad… Ufff, es súper caótica,  no tiene un orden urbanístico,  no hay aceras, y las que hay están destrozadas, las viviendas, en un alto porcentaje, son como barracones de chapa, destartalados,  no hay una simetría en las calles… Un desastre!!! Sinceramente,  me ha impactado para mal.
Además de anunciarme vía whatsapp anoche que la excursión reservada para hoy se anulaba por no llegar al cupo mínimo… vaya, el colmo!!!


Después del desayuno (esto también merecería comentario negativo), he querido improvisar una caminata hacia un paraje cercano, al borde de las montañas del alrededor y… entre el caos urbanístico y un fallo de cobertura me he liado por las calles, no he sabido encontrar el camino y, al final, he tirado por ir al puerto, dar un paseo por él  y volverme al hotel cabreado como un mono.
Vaya mierda de Ushuaia!!!


Trekking en la Laguna Esmeralda
La guía, Maia.
El chófer., Daniel.
Una noche más en el hotel de los horrores (ya queda menos) Tengo el consuelo de haber reservado una actividad que comienza a primera hora y me tendrá ocupado casi todo el día.
Se trata de un trekking a la Laguna Esmeralda.


Esta es una laguna en Ushuaia, muy conocida por su intenso color verde esmeralda y su popular trekking, con un sendero de dificultad media. 
Después del desayuno y un tiempo para el aseo, salgo a la calle en busca una tienda de alquiler de material de montaña. Encuentro una que abre a las 8:00. Yo necesito unas botas de media caña (lo exige la agencia y yo no tengo). Al principio me sorprende pero después se entiende perfectamente.
Vuelvo al ‘hotel’ y sobre las 9:00 pasa la furgoneta por mí,  recogemos a otros excursionistas. Somos en total siete más  el chófer (Daniel) y la guía (Maia).
Un coreano del sur, una brasileña, dos argentinas de Buenos Aires,  una pareja de venezolanos y yo.
Nos dirigimos,  por la carretera 3, hacia el noreste y a unos 20 kilómetros de Ushuaia, hasta la entrada de este trekking.


Es una zona con muchas posibilidades de diferentes  caminatas.
Este camino en concreto, y sobre todo  en primavera, discurre por sendas surcadas por multitud de arroyos llenas de barro (de ahí la necesidad imperiosa de llevar botas de media caña).
Atravesamos, de forma ascendente, varios valles, algunas castoreras y un bosque fueguino. Enormes barrizales, entre grandes placas de nieve (heladas) y cursos de agua hasta llegar a la Laguna.
En esta ocasión estaba en un 90% congelada, pero el 10 restante sí tenía ese color verdoso característico.


Realmente espectacular, con las montañas nevadas de fondo y el Glaciar Esmeralda  imponente.
Después de unos 5/6 kilómetros, al llegar al lago, hacemos un alto para reponer fuerzas (la organización nos ha preparado un pequeño  lunch y bebidas calientes).
Tiempo de charlas, risas, boberías y fotos de rigor.
Iniciamos después,  y por el mismo sendero, el camino de regreso.
Llegamos a la furgoneta y comenzamos la vuelta a Ushuaia.
A mi me dejan el primero a la puerta del alojamiento,  despedida emotiva con todos, especialmente con Maia,  que ha sido una compañera excepcional.
Una vez en mi cuarto, momentos necesarios de aseo y de relax.
Al rato, salgo a cambiar dinero, a comprar una maleta que había visto en oferta en una tienda cercana, la dejo en el cuarto y marcho al súper para surtirme de bebida y pikipiki para la noche y el día siguiente (que tengo otra excursión a primera hora).
Ya en el alojamiento, hago el cambio de bártulos de una maleta  a otra, me quedo tumbado en la cama relajado y escribiendo, veo en RTVEplay el último Saber y Ganar, picoteo algo y ya me dispongo a dormir… hasta mañana!!!


Excursión a los lagos Escondido y Fagnano
Hoy toca otra excursión; esta vez a los lagos Escondido  y Fagnano.
Después del desayuno vuelvo a la habitación, me aseo y me preparo para la salida esta jornada.
La furgoneta llega a eso de las 9:20 am, ya lleva una pareja de argentinos, vamos a recoger a otra de españoles. Con el chófer y el guía somos siete.
Comenzamos el recorrido,  vamos por la nacional-3 en dirección noreste. Aunque está nublado y han anunciado lluvias y nevadas la temperatura es bastante agradable; sobre los 5°.
Una primera parada en el mirador Valle Carbajal desde tenemos una hermosa vista de la Cordillera Andina.
Hacemos una segunda parada en el Paso Garibaldi.


Se nombró a este punto, importante en la cordillera, en memoria de Paka Honte, un individuo del pueblo ona (yámana) que fue bautizado como Luis Garibaldi Honte por un sacerdote italiano, y al que él, para honrar sus raíces indígenas, adoptó el nombre de pila de su madre «Honte», convirtiéndose así en Luis Garibaldi Honte, haciendo esta ruta que atraviesa la Cordillera en un importante punto referencial.
Ya desde aquí se puede contemplar el primero de los lagos, Escondido.
Seguimos nuestro recorrido hacia el noreste y nuestra tercera parada es una granja donde podemos tomar una bebida caliente y una empanada.
Ahora ya nos dirigimos al Lago Fagnano.
Hacemos la cuarta parada, el tiempo se ha puesto algo feo, llovizna y hace frío.
A pesar del clima adverso, la belleza de este enorme lago, también llamado khami, (nombre asignado por los selk’nam) es un lago de origen glaciar extendido longitudinalmente (es decir de oeste a este) ubicado en el centrosur de la isla Grande de Tierra del Fuego, en el extremo austral de América del Sur y su superficie es de 590 km². Se presta a un breve pero hermoso paseo.
Iniciamos el regreso a Ushuaia haciendo un par de paradas más,  una para visitar un curioso museo de moto y degustar un gin y otra, en una venta de carretera, donde haremos el almuerzo; en mi caso probaré el asado de cordero fueguino o patagónico, plato típico de la zona.
Ahora,  la furgoneta nos lleva a la ciudad, me deja en mi alojamiento, me despido de los compañeros y entro en mi habitación para preparar el equipaje y descansar un rato.


Ushuaia, impresión.
Estos cuatro días en esta ciudad, los primeros en Argentina, han sido decepcionantes.
Salvo las dos excursiones, que han estado geniales… el resto de estas jornadas, sinceramente, una mierda pinchada en un palo.
La ciudad es fea de cojones, destartalada, caótica y, al menos esa es mi impresión,  abandonada.
El hotel, ya ni te cuento.
El mobiliario, más viejo que yo, sucio, roto y sin sentido.
Las sábanas, las almohadas y las toallas viejas, gastadas y llenas de mierda (literal).
Los grifos de la bañera pierden agua.
La tapa del váter rota.
La moqueta con boquetes deshilachados y ,supongo, que con ácaros del jurásico.
Todo ha sido tan asquerosamente horrible que lo único  que me apetecía era salir de Ushuaia cuanto antes.
En esta última noche en esta ciudad apenas si he dormido y lo único que estaba deseando era, al terminar el desayuno, salir a la calle con mi equipaje, esperar el Uber contratado, llegar cuanto antes al aeropuerto y salir de esta pesadilla.
Finalmente el vuelo estaba programado a una hora, después  lo adelantaron 15 minutos y, una vez facturado y pagado el exceso de peso (cosas del lowcost) han vuelto a retrasar la salida por causas climatológicas…
No, si al final no salgo de aquí!!!
Entre unas cosas y otras,  el vuelo parte hacia El Calafate.
Aterrizar ha sido otra odisea.
El fortísimo viento, una vez en la pista, zarandeaba tanto el avión que nos ha mantenido sin poder bajar de la nave casi una hora.
Una vez fuera, he recogido el equipaje y, en la entrada, me esperaba el chófer para llevarme al alojamiento.
Antes hemos pasado por el centro de la ciudad y, en una agencia, he contratado una excursión para el día 10, en barco, para hacer la ruta de los glaciares.
Bastante cansado llego al hotel. Esto ya es otra cosa!!!
Está algo alejado del centro y tiene muy buena pinta, parece una casita de las montañas suizas.
Hago el check-in y, aunque estoy realmente cansado, dejo los bártulos en el cuarto y salgo en busca de algo para comer.


Me pego una buena caminata, me pilla un chaparrón,  encuentro una bakery, me tomo un cofre-milk y un muffin.
Me preparan un surtido de salados, un par de dulces y unas bebidas para llevar.
Sigue lloviendo y no quiero volver a mojarme, la dueña me pide una especie de Uber  y me acerca  al hotel.
Ya en la habitación, una ducha y una pequeña siesta.

Más tarde, un poco de escritura,  algo de tele, un zumo de frutas y un pastel de carne.
Sigo cansado, voy a dormir que mañana es el día del glaciar Perito  Moreno y el paseo en  barco.


Ha amanecido nublado y frío pero, al menos de momento, no llueve. He desayunado y he ordenado cosas del equipaje.  El hotel es muy chulo, tiene aires de cabaña suiza.
Hasta la hora que pasen por mí para la excursión del día voy a dar una vuelta por los alrededores.
Poco he podido caminar, he comenzado por tomar el paseo Kirchner en dirección a El Calafate, que rodea la laguna Nimer, junto al Lago Argentino, y al poco se ha levantado un viento (vendaval) helado que, apenas unos kilómetros después, me ha hecho volver al hotel.


Ha llegado la hora de la recogida (han sido bastante puntuales). El chófer,  el guía  y unos 11 ó 12 excursionistas de diferentes nacionalidades (colombianos, brasileños, argentinos, venezolanos, españoles, etc…).
Destino: El Glaciar Perito Moreno (Patrimonio de la humanidad)


Este glaciar es parte del campo de hielo Patagónico Sur teniendo parte de su origen en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena de Chile, con el límite demarcado con el acuerdo de 1998. En su descenso, alcanza el brazo Sur del lago Argentino, con un frente de 5 km de longitud, aflorando sobre el agua con una altura de unos 60 m.
Gracias a su constante avance, forma una represa con las aguas del brazo Rico de dicho lago, lo cual genera un desnivel con respecto al resto del lago de hasta 30 m. Por la presión de esta masa líquida se producen filtraciones en el hielo que crean un túnel con una bóveda de más de 50 m de altura. El derrumbe de esta bóveda constituye un inusual espectáculo natural y es uno de los mayores atractivos del parque.


El nombre del glaciar hace honor a Francisco Moreno, director del museo de la Sociedad Científica Argentina y activo explorador de la zona austral de ese país.
Nos dirigimos por la carretera 11 hasta la entrada al Parque Nacional de los Glaciares.
Con los tikets abonados accedemos al parque y llegamos hasta la zona del embarcadero.
Comenzamos primero por subir a uno de los ferrys. Éste nos acercará hasta la inmensa mole de hielo, dejándonos a todos sin palabras. Surcando las aguas, entre icebergs de diferentes tamaños, se aproxima cada vez más a esa barrera helada.
Impresionante!!!


La sensación de seres minúsculos frente a la grandiosidad de la naturaleza se hace presente en ese momento. Qué hermoso es el mundo y que insensato el ser humano que sólo se da cuenta de ello cuando lo ha destruido y lo ha perdido.
Qué lugares hermosos tiene el planeta y que poco hace el hombre para conservarlos!!!
Después de la navegación nos recoge la furgo y nos traslada a la zona de las pasarelas; otra forma de observar el glaciar.
Una serie laberíntica de sendas metálicas que recorren, con diferentes miradores, la ladera del monte y te aproximan al gigante de hielo.


A media tarde, llegamos todos al punto de encuentro señalado por el guía e iniciamos el recorrido de vuelta a la ciudad.
Pido que me dejen a la altura de la bakery, tomo un café cortado  y una pasta,  hago compra de salados y bebidas para la noche y el día siguiente, me piden un transporte, me lleva al hotel…
Una ducha, cambio de ropa (ya listo para dormir), un poco de cena, algo de escritura y… hasta el día siguiente.


Hoy es día de otra de las excursiones.  Es también temprano por lo que he madrugado y después del desayuno  han pasado por mi.
No éramos muchos, el chófer,  dos alemanes,  cuatro ingleses y yo. Nos hemos trasladado hasta Puerto Bandera, el lugar donde se embarcadero para hacer el recorrido de Todo Glaciares.


Hemos hecho el check-in,  junto con otros grupos de excursionistas (seriamos alrededor de 250 personas) y a eso de las 9:00 hemos iniciado el recorrido.
Por la parte oeste del Lago Argentino, entre fiordos que se forman  en esa parte de los Andes y visitando algunos de los glaciares de la zona.
Ésta es otra de las grandes atracciones,  junto con la del Perito Moreno.
Un barco en el que abundaban españoles (un grupo de unos 30 andaluces) y también  un montón de  niños (grrr)…
En el asiento en que me acomodan tengo un matrimonio  de porteños y una uruguaya (María Graciela) con la que hay muy buena conexión desde el minuto uno.


Nos pasamos toda la travesía charlando, compartiendo risas y vivencias; una viajera sensible y solitaria a la búsqueda de la paz interior.
El barco nos lleva navegando entre grandes y menudos icebergs y nos acerca a los glaciares Heim y Peineta (principales aportes de hielo del Glaciar Spegazzini), el Seco y el Heim son de los llamados ‘colgantes’ y el Upsala (el más grande de todo el parque) y el Spegazzini. ¡Este último es el más alto de todos!


Atracamos frente al Spegazzini y permanecemos durante bastante tiempo para gozar de imponente belleza.


Después la nave se dirige hasta una pequeña bahía donde se encuentra el refugio y los miradores del Spegazzini.
Allí tiempo para poder almorzar y hacer una caminata para volver al barco y regresar a Puerto Bandera y finalizar la excursión.
La furgoneta espera al grupo y me deja en el hotel.
Tiempo de aseo, de preparar el equipaje,  cenar algo de lo que compré el día anterior, ver algún  programa por el móvil, escribir y ir pronto a dormir… que el tiempo en El Calafate termina  y a la mañana siguiente, a las 6:00 viene el transporte para llevarme al aeropuerto.


Hoy, realmente, ha sido un día de tránsito.
A eso de las 5:00 am, me he levantado, tenía el equipaje preparado desde el día anterior,  aseo rápido,  desayunar con tranquilidad  y… a las 6:00 ha llegado el transporte y he dejado el hotel.
Una vez en el aeródromo,  esperar para la hora del check-in,  esperar hasta la hora del embarque y volar hasta la ciudad de Buenos Aires.
Todo sin problemas y tal como estaba planeado.
En el aeropuerto de la capital, espera por la maleta, espera por el transporte al hotel y, a eso de las 13:30, atravesando esta brutal ciudad, llego al alojamiento, hago el check-in, subo a mi cuarto,  en la novena planta del edificio Recoleta.


He salido del congelador y me he metido en el horno; aquí hace una temperatura de 27°.
He cambiado la manga larga, el pantalón de trekking y la chaqueta térmica  por un pantalón corto y una camiseta ligera.
Salgo a la calle en busca de un lugar para comer. Tengo que tomarme mi tiempo para enfrentarme a esta trepidante urbe. Cerca del alojamiento encuentro un restaurante con menú (10000 pesos=unos 7 euros), como un asado de cordero con su guarnición,  2 coronas y un café cortado. Un total de 10 euros.
Tengo que medir el gasto, que aún quedan días, quiero ver cosas y el dinero vuela.
Por hoy no he hecho mucho más. Antes de volver al hotel, he comprado en un minimarket bebida y algo de pikiki para la noche.
Ordenar cosas, algo de siesta, un poco de tele, escribir la crónica del día, cenar y a dormir.
Mañana es domingo y ya veremos cómo se porta Buenos Aires.


Hoy y mañana, en Buenos Aires, son feriados; son los días  del Respeto a la Diversidad Cultural.
Al haber tanto festivo la ciudad se quedó bastante vacía y, después del desayuno,  he aprovechado para patearme las calles y ver algunos puntos emblemáticos de BA.
Me dirijo por Gral. Lucio Norberto Mansill, calle Larrea, calle Paraguay (Facultad de Medicina, plaza doctor Bernardo Houssay), avenida Callao (plaza Rodríguez Peña), calle Tucumán,  plaza Lavalle (Teatro Colón), calle Lavalle, avenida 9 de Julio (Obelisco), plaza de la República, avenida Presidente Saez Peña, avenida Rivadavia (Catedral Metropolitana de BA),  plaza de Mayo (Museo Histórico Nacional, Monumento al General Manuel Belgrano y Bandera de la República), Casa Rosada (palacio presidencial de la República).


Desde este punto (cerca de 5 kilómetros de recorrido) inicio el regreso al hotel, con alguna variante y parada para tomar un café y un croissant (y aprovechar para ir al baño).
Unos 10 kilómetros (+/-) de tranquilo paseo dominical.
Después un rato en el alojamiento conectando por Internet con España.
Vuelvo a la calle,  como en el mismo restaurante del día anterior; esta vez unos tallarines con salsa y albóndigas,  una cerveza y un café.


Vuelvo al hotel pero antes paso por un minimarket, compro bebida y pikipiki para la noche.
Tenía pensamiento de pasarme por el cementerio de Recoleta (parece algo macabro pero es un lugar emblemático de la ciudad) pero el día está nublado y comienza a llover… así que lo voy a dejar para otro momento.
He comprado el ticket del bus turístico  para mañana, igual hago esa visita que ha quedado pendiente.
Tarde tranquila viendo la lluvia tras la ventana, tele, escribir la crónica del día,  curiosear por las redes, cena y a dormir; mañana será otro día.


Un día más en esta ciudad.
Hoy, aunque es festivo, Buenos Aires ha despertado con mucha actividad (demasiada para mí gusto) y, aunque hay negocios cerrados,  el ritmo es trepidante ya de buena mañana.
En la noche ha habido tormenta y ha comenzado el día con una brisa fresca que se ha tornado en un bochorno sofocante cuando se acercaba el mediodía.


Después del desayuno me he lanzado a recorrer las calles en dirección al cementerio de Recoleta; lugar desde donde parte el bus turistico (el amarillo) que me ha llevado a la avenida 9 de julio y el teatro Colón, después a la plaza de Mayo y la Casa Rosada,  siguiendo luego por la avenida de Mayo y el café Fortuny, siguiendo por el Congreso de la Nación,  el casco histórico,  el Museo de Buenos Aires,  barrio San Telmo, la Bombonera, el barrio de la Boca para llegar a Caminito.


Aquí bajo del bus y recorro sus calles más emblemáticas,  con su aglomeración y su colorido.
Un alto para tomar un café y un polvorín de maicena.
Sigo mi recorrido  bonaerense de regreso al alojamiento, esta vez caminando.
Siguiendo los pasos del bus voy por el Parque Lezana, por Puerto Madero, por Galerías Pacífico, Plaza San Martín y tomando la avenida 9 de julio, por la avenida Marcelo Torcuato de Alvear, calle Larrea y Gral. Lucio Norberto Mansilla llego al hotel.


Un buen paseo!!!
Entre unas cosas y otras  han sido unos 13 kilómetros urbanos.
Después he comido en un restaurante un plato de pollo al horno con puré de papas de guarnición, un jugo de pomelo y un cortado.  He hecho una compra de bebida y pikipiki y me he retirado a mis ‘aposentos’, jejeje.
Una ducha, un cambio cómodo de ropa, una siesta, un poco de escritura…
Y a la cama, que mañana hay otro día por delante.


El día ha despertado limpio y luminoso. Después del desayuno he vuelto a la habitación para ultimar el aseo, recoger la mochila y salir a la calle.
El plan para esta mañana es el de recorrer algunos de los parques de BA, sobre todo los de la zona de Palermo.


Me dirijo por la calle Dr. Tomás  Manuel de Anchorena para girar a la izquierda por la avenida Santa Fe hasta el primer parque de mi recorrido,  el Jardín Botánico Carlos Thais.
Por la calle Republica Árabe Siria,  calle Juan Francisco  Seguí, calle República de la  India y avenida de Libertador llego al siguiente parque, Ecoparque ex Zoo de Palermo.
Ahora, en la avenida de Libertador, en la rotonda, se encuentra el Monumento de los Españoles, a mano izquierda la plaza Intendente Seeber y a la derecha el Parque Almirante González Fernández.
Por la avenida Iraola, hacia el norte, está  el conjunto de parques del Jardín de los Poetas, Patio Andaluz,  Parque 3 de Febrero y Parque El Rosedal, con su conjunto de lagos.
Todo ello increíblemente magníficamente cuidado, un pulmón esencial en una ciudad con muchísima zona verde.


Me dirijo ahora por la avenida del Presidente Figueroa Alcorta,  donde se encuentra la plaza de la República de Perú y el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires); esta es una zona donde se encuentran muchas embajadas y consulados.


También, a ambos lados, están los parques de la República de Uruguay,  el parque Naciones Unidas, plaza Evita, parque  Mitre y plaza Francia,  entre otros.
Llego al espacio del cementerio de Recoleta,  lo rodeo (dejo la visita para días posteriores) y por la avenida del Presidente Manuel Quintana llego a la avenida Callao y en la Confiserié Monet hago una parada técnica para tomar un café y ‘algo más ‘.


Ahora pongo rumbo al hotel, por entre calles de Recoleta, 2’5 kilómetros,  haciendo otras dos paradas, una para cambiar euros y otra en un minimarket para comprar bebida y pikipiki..

A eso de la media tarde, después de una siesta fallida, un rato de curiosear por las redes,  escribir parte de la crónica del día y preparar el equipaje para mañana, he vuelto a vestirme y he salido a tomar un café y un dulce en Doppio Caffe, muy cerca del alojamiento, he comprado un sándwich para cenar, he vuelto al hotel y…
Ahora, ya sí, cenar, una buena ducha y a dormir; mañana me espera Iguazú.


Hoy es el día de Iguazú.
Todo preparado a primera, bajo a desayunar tranquilamente y,  de repente, recibo un mensaje… ‘donde está  usted?’, perdón pero no sé de qué me habla, le contesto… ‘estoy en el aeropuerto y no lo encuentro’ me dice… Se debe confundir,  yo estoy en Buenos Aires, a las 9:30 viene un transporte para llevarme al aeropuerto y a las11:00 tengo el vuelo a Iguazú…
Yo sigo mis planes, llega mi transporte, voy a sacar mi tarjeta de embarque y… me dicen que mi avión ya salió hace horas, a mi el cambió no me lo habían avisado y lo he perdido… Me toca hacer una compra de billete  nueva para un próximo vuelo… Empezamos bien el día!!!
Ahora entiendo el mensaje del primer conductor; él sí  sabía del adelanto del vuelo.
Le mensajeo y explicó lo sucedido… ‘sin problema, cuando sepa qué vuelo tiene me lo comunica y le espero en Iguazú para recogerlo’
Parece que todo empieza a aclararse.
Y una mierda!!!
Subo a embarques, paso control de policía y espero en las pantallas que den puerta de embarque.
Todos los vuelos programados cancelados… TODOS!!!
La zona de embarque se empieza a llenar de gente, cada vez más  y más,  un caos!!!
A eso de las 18:00 empiezan a asignar puerta  a los vuelos…
Por fin el mío lo anuncian a las 18:30…
Comienza el embarque, empieza el vuelo y dos horas más tarde llego a Iguazú.
Una hora más y llega mi transporte.
Llego a una ciudad en plena noche. Todo el día perdido. Entro en el hotel. Salgo a cenar algo, después de estar todo el puto día en la terminal y… muerto me meto en la cama súper cansado.


Algún pequeño detalle del día de ayer que se me ha pasado el alto… y creo necesario contarlo ahora.
Cuando llego al alojamiento (decepción total), es un hotel totalmente céntrico pero viejo y la habitación que me asignan, creo,  es la peor del edificio. La recepcionista lo sabe y me promete que al día  siguiente me cambiará a una mejor.
Antes de dormir hago una reserva de excursión para hoy (16/10) a las cataratas del lado brasileño.
Bueno, parece todo empieza a ser ‘perfecto’.
Hoy me levanto pronto, preparo mi mochila con unas empanadas, unos dulces y agua.
Salgo a desayunar; tengo tiempo de  sobra, a eso de las 9:00 tienen que venir a recogerme.
Alrededor de esa hora ya estoy listo para recibir al transporte. Pasan 15 minutos y no viene nadie, 20 y tampoco… ya ha pasado media hora y yo, desesperado,  busco en mapa la oficina de la compañía organizadora.
Voy hasta Nordic Travel Iguazú,  en la  calle Guaraní,  y a la amabilisima trabajadora le cuento mi caso. Efectivamente ve que está hecha la reserva pero las excursiones del día estaban ya cerradas y yo no estaba en la recogida.
No hay problema. Me la puede cambiar para mañana. Ok, acepto,  no tengo problema.
Además, para pasado reservo la excursión al lado argentino.
Bueno, todo resuelto.
Entre la muchacha y yo hay muy buena conexión.  Ella es bonaerense y mantenemos conversación sobre Buenos Aires y otros temas. Me indica  una serie de cosas y lugares que puedo hacer y visitar en este día para no darlo por perdido.

Llego al hotel algo más animado. Me propongo acercarme hasta una de las zonas recomendadas. Por la avenida Victoria Aguirre llego a la plaza San Martín y tomo la avenida homónima, que desemboca en la plaza de las siete calles, aquí, por la avenida Brasil llego a la calle Félix de Azara y a la Feria Puerto de Iguazú; este es un colorido mercado donde se venden principalmente vinos, aceite, quesos y productos de la región.

Llegado aquí se pone a llover para pasar a diluvio de forma exageradamente tropical, me voy refugiando bajo las marquesinas de viviendas y hoteles. Estoy empezandoa calarme y de pronto se abre la puerta del edificio en el que me encuentro, una joven me invita a pasar al interior y me ofrece un chubasquero largo que me permite seguir mi huida hacia el hotel.

Me quedo en el cuarto viendo como la lluvia se intensifica cada vez más.

A eso de las 14:00 se detiene el tormentón, me armo de valor, me visto, tomo el chubasquero que tengo en mi equipaje y me propongo, y consigo, llegar hasta el hito de las tres fronteras, siguiendo la larga avenida homónima que conduce hasta ella.

La gente seguramente ha pensado lo mismo que yo y, aprovechando la calma, se ha dirigido al mismo lugar. Aquello parece ‘las rebajas del Corte Inglés’ y resulta difícil hacerse una foto entre tanta persona.

Sigo después caminando por la avenida de la Costanera, avda. del Río Iguazú, pasando por varias plazas, con diferentes miradores, hasta llegar a una donde hay un embarcadero para salidas en catamarán por las aguas del río.

Desde aquí subo de forma ondulante por la larga avenida Victoria Aguirre, paso por la plazuela de los artesanos y, unas cuadras después, al hotel.

Antes compro algo de bebida y pikipiki, me retiro a mi habitación, un poco de tele, algo de escritura, cenar y… a dormir que al día siguiente se vienen, por fin, cositas.


Hoy es un viernes súper . He salido a desayunar y el cielo, aunque estaba cubierto, amenazaba una lluvia que no ha tardado en caer. He estado esperando  el transporte que me tiene que llevar a Foz de Iguazú, en el lado brasileño. Después de esperar y esperar… por fin aparece un minibus, me lleva cerca de la frontera, hago el cambio a otro transporte, nos acercamos a la aduana… Sigue lloviendo, cada vez con más  fuerza. Hasta que controlan los documentos y los pasaportes  pasan bastantes minutos. Por fin ya estamos todos listos para dirigirnos al parque donde se encuentran las cataratas del lado brasileño.


Lucho, nuestro guía, nos hace una introducción al parque y nos da una serie de instrucciones.
Sigue lloviendo a mares.
Los que no tenemos la entrada al parque debemos ir a comprarlas en las taquillas correspondientes.
Nos acompaña el aguacero.


Todo listo y nos dirigimos al bus que nos deja cerca de las pasarelas. No van a ser muchos kilómetros y el día no acompaña en absoluto. Aún no sé vislumbran los saltos de agua y todos los excursionistas ya estamos muy empapados.
Lucho, el guía,  nos indica cómo tomar la mejor dirección para poder disfrutar de los saltos,  aunque la climatología no acompaña; sigue el aguacero con una intensidad exagerada.
Totalmente empapado  camino por los pasos y los miradores casi sin visibilidad; entre la neblina que produce el agua al caer y la fuerte tormenta que golpea hace muy difícil disfrutar del espectáculo.
Finalmente terminamos el recorrido y nos encontramos todos en un punto determinado por nuestro guía.


Allí, una zona techada con un kiosco y baños, esperamos a la totalidad de los excursionistas de nuestro grupo. Momentos que se prestan a socializar de alguna manera; un argentino que vivió muchos años en España, la pareja de ‘amigos’ jovencitos bonaerenses, la madre estupenda y su hija que parecían hermanas, Alex Rodríguez,  el colombiano con el que mantuve conexión y conversación especial… y otros más con los que también socialicé.
Llegó  Lucho, ya estábamos todos, fuimos hasta el bus y nos volvimos hasta la frontera con Argentina.
Una vez llegamos a Puerto Iguazú,  el bus nos fue dejando en nuestros respectivos alojamientos.
Yo llegué a mi hotel tan mojado y arrugado que tuve que poner toda la ropa a secar. El pasaporte estaba hecho una mierda, chorreando y deformado; la chica de recepción me dejó un secador de pelo para poder recuperar el documento.
Y lo ‘mejor’ de todo…
El móvil estaba hecho una sopa, le había entrado tanta agua que estaba muerto.
Sí,  con un 14% de batería,  no me dejaba estar conectado ni poder cargarlo… Casi entro en shock. Toda mi vida, contactos,  fotos, aplicaciones, billetes de vuelos, etc… estaban en ese aparato muerto, Muerto, MUERTO.
Sin el casi, entré en shock.
Después de estar dando vueltas para ver cómo podía resucitarlo… aplicando aire, sacándolo con una toalla,  etc… pude apagarlo del todo, esperé un tiempo prudencial y lo puse a cargar… funcionaba,  comenzó a cargarse. Cuando llegó al 100%, lo encendí,  lo reinicié y le hice una actualización. Al final quedó a punto, para mi sorpresa.
A eso de las 2:00 pude descansar pensando que a las pocas horas comenzaba una jornada con una nueva actividad y… tenía mi celular a punto.


Llega el día de la excursión a las cataratas del lado argentino. 
A eso de las 7:00, casi sin desayunar, ya estoy yo en la puerta del hotel esperando el transporte que me lleve a la entrada del parque.
Hace un mañana estupenda, algo nublada pero con pinta de ser un buen día.
Creo que voy a tener suerte, por fin!!!


Una vez en el parque, Nancy, la guía del grupo, nos da indicaciones de seguridad y comportamiento.  Es un espacio natural, Patrimonio de la humanidad,  que está súper explotado y tremendamente masificado; por lo que hay que seguir unas normas muy estrictas.


Sacamos las entradas al parque (45000 pesos) y nos dirigimos, tras Nancy, al tren que nos adentra por la selva hasta la parada 4 desde la que haremos una primera caminata por pasarelas hasta ver, desde una explanada/mirador, el primer  conjunto de cascadas.
Espectacular!!!


Volvemos de regreso a la estación 4.
Tiempo de tomar alguna bebida y comer algo, siempre con el máximo cuidado, ya que algunos de los animales pueden saquearnos nuestros víveres.
Entre tanto excursionista (muchísimo,  la verdad) se suele socializar con alguno de ellos y, además, coincido con una pareja y su niño, compañeros de la actividad del día anterior (Martín, su mujer y el chaval de él, naturales de Bariloche) y, en esta jornada, acabamos teniendo bastante complicidad. El chaval (Luca) y yo tenemos una gran conexión y nos lo pasamos genial juntos.


Una vez que el team Nancy termina su tiempo de relax, volvemos al tren y hacemos una nueva parada en la estación 3.
Aquí se realiza otro recorrido por otra serie de pasarelas que nos mostraran un conjunto de saltos de agua, a cual de todos más espectacular.


Volvemos a la 3a. estación y entramos en una serie de restaurantes y comedores, donde nos preparamos para almorzar.


Después tenemos varias opciones, hacer alguno de los pequeños circuitos que quedan o esperar al regreso de los que los hagan para ir todos juntos a la ciudad.
Yo decido esperar; los de Bariloche también.
Finalmente decidimos volver a Puerto Iguazú en el colectivo (bus).
Bajamos en nuestras paradas correspondientes, intercambiamos teléfonos para mantenernos en contacto y llego, al fin, al hotel.
Ha sido una jornada maravillosa!!!
Algo de siesta, de tele, de escritura… y al caer la noche salgo a la avenida Brasil para cenar.
Al terminar, vuelvo al hotel.
Ha sido un día genial.


Hoy toca regresar a Buenos Aires.
Con tranquilidad preparo la mochila, salgo a desayunar,  vuelvo al alojamiento,  me pego mi buen rato de charreta con el chaval de recepción, espero en el cuarto, salgo a la calle, paseo por la ciudad, hago alguna compra, entro la bakery donde compro las bebidas y los pikipikis, un buen rato de conversación con la muchacha… Todo para matar el tiempo de espera hasta que llegue el transporte que me lleve al aeropuerto.
Llega el momento. No viene nadie. Recibo un mensaje de la compañía Nordic Travel diciendo que al haberse suspendido el vuelo no habrá transporte al aeropuerto.
Entro en cólera.
Compruebo mi referencia de vuelo. Efectivamente el vuelo 3141 se había suspendido pero tengo asignado el 3143, lo comunico a Nordic y me dicen que la recogida era para el 3141, o sea que no hay traslado.
Grrrrr!!!
Intercambio de mensajes,  de quejas, de reproches… todo sin éxito.
Les digo que si no hay transporte que me devuelvan el dinero.
Es la hora de ir al aeropuerto,  tomo una especie de Uber, me lleva al aeródromo.
Al llegar y pretender hacer el check-in  veo una enorme cola de gente enfadada… De momento el vuelo 3143 (el mío) tiene un retraso y no se sabe cuándo se podrá realizar.
Este puede ser el ‘mejor’ fin de fiesta a estos 5 días en Puerto Iguazú.
Pasan un montón de calamidades más  y, finalmente, un avión nos lleva a Buenos Aires.
Nuevamente otro día prácticamente entero en el aeropuerto.
Tendría que haber llegado a BA a eso de las 16:00 y llego cerca de las 211:00.
Sólo quiero comer o cenar algo (llámalo como quieras) y dormir.
He tenido tiempo suficiente, en las últimas horas,  para sacar una conclusión a esta etapa del viaje (la de Iguazú)…
No hay duda alguna que las cataratas son una maravilla de la naturaleza.
Pero mi viaje, a excepción del 4° día,  ha sido una ‘caca de la vaca’, ‘una gran boñiga’, una mierda pinchá en un palo.
Ya tenía ganas de llegar a BA.


He despertado más tranquilo de lo que me fui a la cama ayer; me asignaron la misma habitación que hace cuatro días y estoy contento.
Estos tres últimos días que me quedan de este viaje los pienso tomar con calma.
Son momentos, después de tantas jornadas, después de tantas experiencias, después de situaciones variopintas que mi cuerpo ya necesita algo de sosiego.


Con todo y con eso me aseé y baje a desayunar, volví al cuarto para coger mi mochila y salí a la calle para recorrer la ciudad. Llegué hasta el Ateneo Gran Splendid, considerada la librería más grande de Sudamérica, fue elegida por el diario británico The Guardian como la segunda mejor librería del mundo, y la revista estadounidense National Geographic la destacó como la más linda. Realmente es un espacio cultural hermoso.
A la salida del mismo me he dirigido hasta el cementerio de Recoleta (ya es la tercera vez que paso por su entrada) pero cuando he visto que cobran por entrar (y de forma  tremendamente abusiva a los extranjeros) he pensado… ‘yo no pago para ver tumbas, por muy importantes y especiales que sean sus muertos!!!’). Así que he tomado la opción de callejear, de tomarme un café  con leche  y un croisant de crema de pistacho en Josephina’s Café, pasar un buen rato contemplando el ir y venir de la gente en la plazoleta Pedro Miguel Obligado.


Después he tomado la calle Montevideo, la plaza Vicente López y Planes, avenida Santa Fe, avenida Callao… y tras varios despistes hacia arriba y hacia abajo, he retomado rumbo al hotel… he comprado alguna bebida, pan, fiambre y unas chips y he vuelto al alojamiento,  he comido, he dormido siesta, he visto tele por Internet  y…
Vuelvo a la calle, al Doppio Café, a tomarme uno con leche y unos lazos con crema…
Subo a mi habitación,  estoy viendo capítulos de Saber y Ganar con la aplicación de RTVEPlay, ceno algo, escribo, curioseo por la red y me voy a dormir.
Mañana será otro día.


Esto ya va empezando a llegar a su fin y la verdad es que ya tengo ganas de llegar a mi casa y comenzar la rutina; aunque seguramente a los dos días quiera volver a salir.

Por la calle Dr. Tomás Manuel de Anchorena,  pasando por la plaza Miguel de Andrea, tomo la avenida Córdoba  hasta la calle Thames y llego a la avenida Corrientes y entro en el Parque Andes, le hago un buen paseo y me dirijo ahora, por avenida Guzmán al cementerio de la Chacarita.


Aquí le hago también un buen recorrido al camposanto,  visitó algunos mausoleos de gentes importantes en la vida del país, sobre todo  el de Carlos Gardel.
Dejo el cementerio e intento volver al hotel.
Estoy tan cansado que en el cruce de la calle Thames con  avenida  Córdoba,  en la cafetería Primero Café,  me tomo uno con leche y me pido un Uber que me lleve al hotel.
A lo tonto he caminado unos 10 kilómetros de asfalto,  entre gentes que van a toda velocidad y tienes que ir sorteando, salvo en el cementerio que ahí, desde luego, no se mueven, jejeje.
Mi idea era descansar un rato y salir a comer pero… acabo con algo de pikipiki y un refresco que tenía en la habitación y salgo a tomar un café en Doppio Café y me vuelvo al alojamiento a dormir una siesta.
Veo videos por Internet y dos capítulos de  Saber y Ganar.
Escribo un rato y… empiezo a estar  bastante nervioso; sé que los dos próximos días van a ser súper estresantes.
La verdad es que tengo ganas de que pasen rápido.
Ahora me pregunto si saldré  a cenar algo o no

No, mañana será otro día.


Este es el último día en Buenos Aires. Bueno, el último en Argentina.

El viaje finaliza.

Me lo tengo que tomar con calma, mi vuelo sale a eso de las 21:00, a las 18:00 viene el transporte que me lleve al aeropuerto y la habitación la tengo que dejar a las 10:30. O sea, tengo horas muertas para aburrir y hoy no me apetece nada patearme las calles de la capital.

Voy a desayunar con calma, voy a estar en la habitación preparando la maleta y duchándome, apurando hasta el momento del check-out.

Dejo el equipaje en la recepción del hotel hasta las 18:00.

Hago un pequeño paseo por los alrededores buscando una pastelería para comprar alfajores, encuentro, en la avenida Santa Fe, la cafetería Havanna, especializada en alfajores. Compro unas cajas para regalo.

Vuelvo a los alrededores del hotel, hago una parada en Doppio Caffe, tomo una cerveza y un aperitivo salado.

En la misma calle se encuentra el restaurante Entre Amigos y voy a comer.

Vuelvo a Doppio Caffe y me tomo un café con leche y un agua con gas.

A lo tonto son las 17:30 y vuelvo al hotel, recojo mi equipaje y espero el transporte.

Puntual llega y me lleva al aeropuerto, facturo mi maleta, espero que indiquen la puerta de embarque.

Casi con puntualidad británica el avión sale de Buenos Aires. Ya me encuentro en el día 23 de octubre. Catorce horas después llego a Barcelona.

Ocho horas de espera y a la hora estipulada sale mi avión para Alicante.

Sobre las 00:30 del día 24 llego a mi pueblo.

Se acabó lo que se daba!!! jejeje