2021-12-09 EL CANTALAR-FINCA TEROL-RÍO VERDE

El Cantalar-Finca Terol-Río Verde, en Wikiloc.

Hoy, Carol, Fuen, Salva y yo (no ha podido venir Sonia), con el fin de hacer una comida pre-navideña, hemos realizado una caminata por una zona cercana al restaurante donde se había hecho la reserva.

Nos hemos dirigido a la entrada de la población de Tibi, hemos aparcado el coche y hemos comenzado nuestra caminata en uno de los márgenes del río Verde.

Tomamos una de las pistas que nos lleva hasta El Llosar, pasando por el Molí de David, el Molí de Colau y la Caseta de l’Horteta.

Cruzamos la carretera que pasa por la Foieta del Conill y, por el Barranco del Pampo, llegamos hasta las formaciones rocosas del Cantalar.

En la ladera este del Cantalar se encuentra la enorme roca, de unos ocho metros de altura, que preside la pista y en la que podemos observar, rodeando la misma, una serie de grabados cruciformes.

Es una gran incógnita el origen de estos grabados. Se baraja su origen en la edad de Bronce, ya que en lo alto del Cantalar existió un poblado de ese tiempo, también se atribuye a períodos posteriores, e incluso a la edad moderna.

Nos dirigimos ahora hacia el noroeste, rodeando, por pista, este macizo rocoso, donde podemos encontrar las marcas en la piedra de antiguos carros (carriladas) que se supone transportaban las grandes piezas de una cantera que había por la zona.

Llegamos a unos grandes campos de viñedos y, siguiendo una imperceptible senda, tomamos el camino que rodea la finca Terol.

En lugar de acceder al camino correcto, caminamos por un sendero paralelo, al otro lado de una alambrada.

Seguimos, todo esto dentro de una parcela privada, en dirección a la puerta de salida de la misma, todo ello con el permiso de un simpático trabajador de la finca.

Ahora ya, por una estrecha vereda, seguimos el curso del río Verde.

En ocasiones, recorrido sencillo y fácil, y en otras, pasando por las aguas, más o menos profundas, se nos ha hecho complicado el trayecto.

Un par de despistes, algún juramento en arameo, más de un tropiezo, una buena parte por campo a través, enganchándonos en todo lo que tiene pinchos y espinas, hasta que… por fin, un camino medio decente.

Eso sí, el río siempre presente.

Llegamos a una zona que ya era más conocida para nosotros.

Sólo había que seguir la corriente del río para llegar al principio de nuestro camino y al auto.

En lugar de regresar a Alicante, no vamos hasta el restaurante para celebrar esta comida pre-navideña.

Valoración: 3***

Recomendable: Por supuesto. Han sido unos ocho kilómetros, con un desnivel mínimo, un grado alto de ‘aventura’ y una compañía de lujo.

La comida del restaurante, punto y aparte. Buenísima.