Bueno, yo creo que, como auto regalo por mis primeros sesenta años, no está mal.
Un inicio de viaje con bastantes acontecimientos.
El vuelo Alicante – Roma, sin incidencias ni retrasos.
Las seis horas de espera en Leonardo da Vinci – Fiumicino (Roma), agotadoras.
Llega el momento de dirigirse a la puerta de embarque (D08) y todos los pasajeros con destino Catania, allí en su hora. Comienza el control de pasaportes y tarjetas de embarque. Se forma la cola normal, pasamos unos quince, más o menos, y… todo se detiene. Diez minutos después el empleado del control recibe una llamada y nos comunica que debemos, los quince, volver a la cola, que ha habido un contratiempo y que de momento no puede dar ninguna explicación. Volvemos todos atrás. Un cuarto de hora después, al muchacho le han comunicado que, por problemas técnicos, el avión original no puede hacer el vuelo, que hay que esperar que la compañía asigne otro aparato y que, con toda seguridad, habrá cambio de puerta de embarque y más retraso del que ya ha habido.
Los pasajeros ya dan muestras de incomodidad.
Consigo que una chica, que tengo de compañera en la espera, me ayude a llamar al hotel y les explique que voy a llegar más tarde. A la media hora se refleja en los paneles informativos la nueva puerta de embarque de nuestro vuelo (C04). Todos a la carrera hacia ella. Nueva cola. Nueva espera.
Los pasajeros, ahora sí, con caras de enfado máximo.
Comienza, una hora más tarde, el control de pasaportes. Entramos en la nave. Un avión mucho más grande que el que debía ser. Un aparato recién llegado de otro lugar al que le han hecho una lavada rápida de cara y le han asignado este nuevo trayecto. Todos permanecemos sentados, cabreados y esperando oír el rugir de los motores. Pasan los minutos y aquello no tiene pinta de ponerse en marcha.
Los pasajeros están más que hartos… Murmullos, tumulto, palabras italianas mal sonantes…
Hay gente que llama a los azafatos para pedir alguna aclaración sobre lo que está pasando. Evidentemente, ellos ‘no saben’ nada. Y si lo saben no van a darnos explicación alguna. Por fin aparece el sobrecargo y nos comunica que, además de los problemas técnicos del aparato anterior, se está esperando la llegada de un pasajero especial (un pasajero ‘especial a estas alturas!!!) y luego nos tendrán que asignar pista y autorización de despegue. A los pocos minutos se encienden los motores. Parece que nos quedamos todos algo más aliviados, pero… una de las chicas que tengo a mi lado suelta, en su idioma,… ‘No aguanto más, quiero salir de aquí!!!’… ‘Quiero salir!!!’… ‘Voglio uscire!!!’… ‘Voglio uscire!!!’… a gritos. Llegan los auxiliares de vuelo, llega el sobrecargo, charlan con ella… Y ella R que R… ‘Voglio uscire!!!’ Un par de minutos después, se detiene el aparato, llega un vehículo del aeropuerto, la mujer sale del avión, los pasajeros aplaudiendo, vuelven los motores a ponerse en marcha, tomamos pista de salida, iniciamos el vuelo… Cincuenta minutos más tarde llegamos a Catania. Yo llego, por fin, a mi hotel con más de dos horas de retraso… Ha sido un ‘buen’ comienzo de viaje.
El ‘portiere de notte’, un chaval de color más majo que las pesetas, se porta de maravilla conmigo y, sabiendo que a la mañana siguiente tengo que salir pitando a coger un tren, deja la orden de abrir el comedor media hora antes para que yo pueda hacer ‘la colazione’, o desayuno como decimos nosotros.
Soy de los primeros esperando al tren, que no quiero que se me escape. El transporte sale a la hora estipulada de un día que parece que lo han pintado, de lo hermoso que es. Parece mentira que estemos a mediados de octubre. Camino de Messina y con esa luz me acompaña, por un lado , un increíble Mar Jónico y, por el otro, un magnífico Monte Etna, con su fumarola en lo alto, que quita el ‘sentío’. Lástima que, yendo en el tren, no puedo hacer la foto del volcán en condiciones… ‘Bueno – pienso- alguna otra ocasión tendré’…
Llego a ‘Messina Estación Central’ y, justo en la misma plaza de la entrada principal se encuentra la oficina de venta de billetes del autobús. Compro uno para Milazzo que debe salir en media hora, più o meno, desde la misma plaza. Me asombra la puntualidad que tienen los medios de transporte no así las condiciones de infraestructura e higiénicas de los edificios. El bus me lleva y me deja a la hora estipulada. Todo esto tiene que ser así ya que el billete del barco que debo tomar en Milazzo y me debe dejar en Strómboli está comprado por internet desde hace bastante tiempo (cosas que tengo yo!!!). Con todo esto, aún me da tiempo suficiente para comer alguna cosa en un bar y provisionarme de agua para el recorrido.
Estoy realmente sorprendido de como, con mi ‘italiañolo’, me desenvuelvo por las tierras de la Grande Sicilia. Llego a Strómboli con Liberty Line, una compañía marítima de alta velocidad, que hace escalas en algunas de las ‘isole eolie’ (Vulcano, Lipari, Panarea y Ginostra-Strómboli).
Desembarco en la isla en el tiempo estipulado pero ya quedan pocas horas de luz. Debo instalarme en el hotel, hacer algo de compra y prepararme para el siguiente día, en el que tengo puestas muchas expectativas. El hotel, que está alejado de la zona portuaria, me obliga a tener buena organización si quiero evitar largas y pesadas caminatas. Me instalo en mi cuarto y me vuelvo al otro lado del pueblo para hablar con la empresa en la que tengo reservado el trekking al volcán el día siguiente. Ohh, primer contratiempo, me encuentro la agencia cerrada… Me siento en la terraza del bar contíguo para tomar un refresco y le comento a la camarera… ‘La oficina de excursiones al volcán está cerrada’, ‘L’ufficio delle escursioni al vulcano è tancato’… Ella me mira con los ojos como platos y me suelta… ‘jajaja, eres catalán?’ Le digo que no, que soy valenciano. ‘Bueno, bueno… yo soy argentina y no quiero saber nada de esas historias… me ha llamado la atención que dijeras ‘tancata’, que es catalán, en lugar de ‘chiuso’ que es la palabra correcta’. Establecemos una interesante conversación sobre el no querer entrar en disputas nacionalistas, sobre la vida en la isla, sobre el carácter de los estrombolianos, etc… Después de un par de copas me dirijo al hotel, dejando lo de la agencia para el día siguiente, y por el camino, en plena Piazza San Vincenzo, me paro a cenar en el ‘Bar Ingrid’ un buen plato de melón con jamón y unos tallarines con salsa de calamar… todo exquisito!!! Aunque no es demasiado tarde, es ya de noche. Me sorprende que todo el pueblo está prácticamente a oscuras con lo que debo recurrir a la linterna del móvil para llegar a mi hotel. Un rato ordenando cosas y viendo tele y caigo rendido en la cama… Yo creo que esto es más que suficiente para ser sólo mi segundo día!!!
La tercera jornada me gustaría pasarla casi de puntillas pero… no sería justo exponer sólo las cosas buenas y agradables.
Me levanto relativamente temprano, desayuno en el hotel y, tranquilamente, me dirijo a la zona del centro para concretar y ultimar la excursión a la cima del Strómboli. Ahora sí, la oficina está abierta. Hablo con Antonio, el dueño, quedamos a eso de las 14:45 en la misma puerta del negocio para comenzar la caminata. Recorrido que, ya de antemano, sé que es bastante duro y complicado. Hago tiempo hasta la hora que se había estipulado, vuelvo al hotel, descanso un poco, vuelvo al puerto, como ligero y espero que llegue la hora… A eso de las 14:30 comienza a aparecer gente. Hay un chaval, parece ser el guía, que empieza a organizar a los presentes, a nombrarlos y darles casco y frontal. A mi me va dejando de lado. Me siento desplazado. Mucho más desplazado e incómodo cuando el grupo lo componen unos 20 ó 25 personas, en su inmensa mayoría alemanes, jóvenes de entre 25/35 años, altos rubios y sobradamente, por no decir olímpicamente, preparados. El ‘incomode’ es máximo. A mi sólo me dan el último casco… que todo lo demás, incluyendo la mala leche, ya la trigo de casa. El joven, que efectivamente es el guía, da una charla pormenorizada de la actividad que se va a realizar… en alemán!!! Yo le digo que soy español (español, español!!!) y que si no sabe mi idioma (que está claro que no) que me dé la charla en italiano, que es el idioma local (no te jode!!!)… Y me la da, claro, pero en versión reducida. Todo esto que sucede más el hecho de saber que la ruta es difícil me pone de los nervios. Comienza el ascenso. El guía en cabeza y yo colocado entre esa gran columna de cuerpos perfectos. El ritmo del ascenso es frenético y ellos, los germanos, parecen una formación de desfile militar, sólo les falta el ‘paso de la oca’. Evidentemente, y a medida que avanzamos, yo me desmoralizo cada vez más y voy quedando rezagado, hasta el punto de ser el último de esa fila perfecta. Lo triste de todo es que nadie, ni los compañeros de ascenso ni el guía, reparan en que a mi me está costando mucho más esfuerzo que al resto y la distancia entre ellos y yo es cada vez mayor. Hay un momento que la subida se suaviza un poco y aprovecho para sacar las fuerzas de donde puedo y, al menos, alcanzar a los últimos del pelotón. Les digo, entre lágrimas y resoplidos, que dejo la caminata y que me vuelvo al pueblo, me ponen cara de acelga y me despiden casi haciendo el saludo nazi. Bajo la montaña entre sollozos y mala ostia, llego a la agencia, le devuelvo a Antonio el casco sin decir nada y me vuelvo al hotel… Había puesto tanta ilusión en esta caminata, que, con la impotencia que siento en ese momento, me dan ganas… dejarlo todo y volverme a España.
Strómboli (incompleta) – Esta ruta en Wikiloc.
La verdad, y es algo que aún no he mencionado, que hoy por hoy, con los avances de comunicación que existen, el hecho de viajar solo es menos duro. Poder, con los móviles modernos y el wi-fi, conectarte desde casi cualquier lugar del mundo con los seres que quieres es algo muy importante. Y, después de todo lo ocurrido en esta jornada, el hablar con mis hijos me sirvió de gran ayuda.
El barco sale de Strómboli a las 07:15. A eso de las seis y media ya estoy en uno de los bares del puerto tomando un café con leche. Vuelvo a Milazzo. Dejo la maleta en la consigna del puerto y me voy a recorrer las calles de la ciudad. Toda la mañana, Milazzo para arriba, Milazzo para abajo. Ayuntamiento de Milazzo, Iglesia de San Stefano, Teatro Tifiletti, Palacio D’Amico, Iglesia de San Francisco de Paula, Monumeto a los Caídos, Iglesia de San Giacomo, etc… A eso del medio día me siento en un restaurante, en pleno centro, para comer bien y con tranquilidad; unos ricos langostinos rebozados con lecho de verduras y un plato de pasta con pescado. Recojo mi maleta de la consigna y me dirijo al puerto para tomar el barco que me lleva a la isla de Vulcano. Este barco pertenece a otra compañía y es una nave mucho más grande y lenta que hace la travesía por las Islas Eolie y tiene como destino final Napoles. A media tarde llego a Vulcano, me acomodo en el hotel, salgo a dar una pequeña vuelta por el pueblo, tomar una cerveza, hacer algo de compra y, ya de noche, volver a mi habitación.
Me levanto con el canto del gallo; A mucha gente que lo lea no le sorprenderá nada. Esta vez no he querido que la situación me superase y, en plena oscuridad, he comenzado el camino. Prácticamente los primeros seiscientos metros se inician por carretera y yo, chulo que es uno, los he hecho sin linterna ni nada… Qué ha pasado? Que con esa chulería me he comido de lleno un cartel anunciando un restaurante. No querías desayuno? Pues, toma!!! Ahora sí, he sacado la linterna. En un punto de la carretera hay una pista que asciende al volcán. Está bien señalizada, desde luego. Sobretodo hay que llevar cuidado de no tropezar y caer por algunas de las grietas que tiene el ascenso pero, por lo demás, es una subida bastante sencilla. La mañana se va abriendo paso y la luz empieza a invadir el sendero. Allí abajo se ven las luces de las distintas urbanizaciones y de las casas del puerto. A lo lejos, la isla de Lipari también forma parte de este hermoso paisaje. Hasta ese momento no se hace sentir con fuerza el olor a azufre. Ahora comienza a notarse, aunque de una manera soportable. A media caminata la vegetación da paso a lenguas grandes de cenizas y formaciones sulfurosas. Ya estoy acercándome al cráter y en el horizonte los primeros rayos del sol se combinan con las columnas de las fumarolas. Os digo la verdad, estoy emocionado. Llego, por fin, al borde del cráter. El espectáculo es de una belleza sublima, por muchas fotos que se hagan nada supera la hermosa realidad de ese momento. La grandeza indescriptible de la Naturaleza me lo estaba ofreciendo sólo a mi. Por ello, también por otras muchas cosas, me considero un ser afortunado.
Vulcano – Esta ruta en Wikiloc.
Después de un rato maravillado con tanta belleza (tampoco hay que abusar, que los efluvios volcánicos no son nada saludables) tomo el sendero de regreso al hotel. Ahora ya todo es mucho más sencillo a la luz del día.
Un buen desayuno, una ducha y preparar el equipaje para volver a tomar el barco que me regrese a Milazzo. En el muelle, mientras espero la nave, pienso que ya debo ser conocido por la zona como ‘el.loco.de.la.maleta.azul’. La verdad es que, ahora que sé cómo funciona esto de los barcos, los transbordos y tal… haría las cosas de otra forma y, seguramente, me habrían sobrado un par de días para dedicarlos a otras actividades… Glups, la tripulación del ferry me mira como si fuera alguien de la familia!!!
Al medio día estoy en Milazzo y hasta la mañana siguiente no tengo que tomar el bus y el tren para volver a Catania. Sinceramente, no tengo ganas de hacer nada de nada. Voy al hotel, tomo mi habitación, me tumbo a descansar, me quedo dormido hasta eso de las 17:30, una ducha, una vuelta por la ciudad viendo tiendas, compro algo de agua y dulces, vuelvo a mi habitación y salgo de nuevo a cenar algo. Otra vez me decido por el mismo restaurante del día anterior (Gamberosso); me parece un buen sitio con una muy buena comida.
Madrugón en este sábado de octubre. Tomo el autobús de las 8:00 que me lleva a Messina y, unas horas más tarde, el tren que me conduce hasta Catania Estación Central. Luego un taxi hasta el hotel, en pleno centro de la ciudad. Llego al hotel con el tiempo justo para acomodarme, algo de higiene, salir a comprar algo de agua y comida y prepararme para la excursión que tengo reservada; a las 14:15 vendrá alguien de la agencia.
Llega Roberto, con una gran puntualidad, en su 4×4. Nos dirigimos hasta el punto de encuentro con los demás participantes (en esta ocasión 5 franceses).
La excursión es una de las muchas que organiza Etna3340, una empresa que llevan los hermanos Reina y que se dedican a ofrecer distintas formas de vivir el Monte Etna desde muchas de sus posibilidades.
La que hacemos en esta tarde es la llamada Tramonto Etna. Se trata de visitar una antigua cantera de piedra basáltica en la que se pueden apreciar las placas que se forman en las distintas erupciones, después entramos en una interesante cueva formada por la lava. Más tarde nos dirigimos a unos 2.000 metros de altura para observar de cerca la cima del Etna, algunos de los cráteres inferiores, lenguas de ceniza, pumita y lapilli de distintas erupciones y contemplar el espectáculo del atardecer en las laderas del volcán. Por último, se nos ofrece una estupenda cena en un restaurante de la zona para degustar productos típicos sicilianos. Todo ello bajo la supervisión de nuestro guía, Roberto Reina, con un montón de anécdotas y explicaciones científicas e históricas sobre este majestuoso volcán.
Destacar lo buen guía que ha sido Roberto, un profesional como la copa de un pino y una persona excelente.
Vuelta al hotel, ya son cerca de las 23:00, muy cansado, una ducha rápida y a dormir hasta el día siguiente.
Domingo en Catania. Todo el día para disfrutar de la ciudad. Sin prisa, desayuno, preparo la maleta para mi salida de la isla mañana lunes. Salgo por la zona centro para disfrutar de su grandiosidad.
Paseo por Catania en Wikiloc.
Algunos de los edificios y monumentos de los que he podido disfrutar en este paseo dominguero… Castello Ursino, Piazza del Duomo, Fontana dell’Elefante, Cattedrale di Sant’Agata, Piazza Università, Palazzo Minoriti, Piazza Stesicoro, Chiesa de San Biagio, Chiesa San Placido, Piazza Vincenzo Bellini, Teatro Massimo Bellini, Chiesa di San Francesco d’Assisi, Piazza Giuseppe Mazzini, Monastero dei Benedetinni, Chiesa di San Nicolò l’Arena, Teatro Romano, Chiesa Santa Chiara…
Vuelvo al mediodía al hotel, sinceramente cansado, como algo en la habitación, duermo la siesta y ya en la tarde-noche salgo a la plaza, doy una pequeña vuelta, ceno en una pizzería de la misma y vuelvo al hotel a dormir.
Lunes por la mañana, desayuno, me despido de la dueña del B&B y tomo un taxi.
Aeropuerto de Catania. Vuelo a Roma. Otro de Roma a Alicante. Y a eso de la media tarde ya estoy en casa.
Aquí termina un viaje que, quizá para algunos no haya sido gran cosa, pero para mi ha supuesto mucho. Mucho más de lo que podáis imaginar.
Precioso. Tu tambien eres un profesional como la copa de un pino y una excelente persona. ????