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Microrrelatos Junio-24

Título: Sí, sirve.
Microrrelato: ¿Para qué demonios sirve saber que se llaman coleópteros? Pues, tal vez tengas razón, no sirve de mucho pero… de algo debe servir. No sé, por pensar… Imagina que estás en plena naturaleza, practicando, qué te voy a decir, barranquismo, senderismo, escalada, etc… Estás en un sitio complicado y, de pronto, das un mal paso, te tuerces un tobillo o sufres una mala caída… Te toca llamar a los servicios de ayuda, vamos al 112… ‘Por favor, he tenido un accidente en la montaña, no puedo moverme… Necesito que me manden un coleóptero’. Ves, ahora ya sirve de algo saber cómo se llama.

Título: Día de campo.
Microrrelato: Para qué demonios sirve saber que se llaman coleópteros, insectos artrópodos, polífagos, cucugiformes y cucujoideos si cuando estás en el campo con tu mujer y los niños, en una luminosa mañana, y extiendes la manta de cuadros en la verde pradera, sacas la cesta de los bocadillos y la tortilla de patatas, la nevera con las bebidas, las servilletas de papel, los vasos de plástico… y te dispones a disfrutar de un agradable y suculento almuerzo dominguero… De pronto te das cuenta que junto a uno de los platos de cartón se mueven dos pequeños seres, llamas entonces a los pequeños y les dices… ‘!Chavales, mirad, dos mariquitas!’

Título: Mi paz mental.
Microrrelato: ‘Y dale a enviar ya, ellos deben saberlo, antes que sea demasiado tarde y se enteren por otros.’ Me susurraba, mientras miraba fijamente el parpadeante puntero del ratón sobre la palabra Send de la pantalla del ordenador. Por motivos de trabajo dejé mi ciudad, mi país y mi familia. ¡Una excusa perfecta para alejarme de una asfixiante situación! Ahora, dos años más tarde, había encontrado, al otro lado del mundo y sin buscarlo, una vida perfecta, mi paz mental y una ilusión para seguir vivo. No voy a regresar y ellos se merecen esta explicación. Segundos después el correo electrónico se dirigía a su destino.

Título: Regresaré.
Microrrelato: Y mucha, muchísima mala hostia, cuando supe que no había sido elegido para el puesto de trabajo. Casi me había convencido que, al ser un día especial, esta sería la definitiva. Después de tantas entrevistas, de tantos ‘deja tu curriculum, ya te llamaremos’, de tantos ‘ya, pero sin experiencia…’ Ahora volveré con esta mala leche, con mi perpetua depresión, con una impotencia multiplicada. Regresaré a la tristeza de todos los días, a la casa de mis padres, a mi habitación sin ventana, a una vida sin salida. Mamá me espera, ella habrá preparado mi tarta preferida por mi 40 cumpleaños.