Day: 7 abril, 2024
# 09 – Texto
# 08 – Texto
# Texto
Microrrelatos Abril-24
Título: Blanca soledad
Microrrelato: Una calavera, pequeña. Y un conejo, un gran conejo que salió, días atrás, brincando y dejando un espacio vacío en ese todo tan tremendamente frío y solitario. Laura se quedó paralizada, mirando de izquierda a derecha, de arriba abajo, pensando con qué podría llenar esa inmensa soledad. Y mientras tanto recordaba las palabras de Mario… ‘Aún tienes una calavera, pequeña. Y un conejo’. Francamente, ni lo uno ni lo otro. Tan sólo recuerdos de tiempos pasados, de épocas de abundancia. Laura, que estaba perdida ante ese blanco panorama, cerró la puerta del frigorífico y se dijo… ‘Tengo que hacer compra y llenarlo’
Título: Embobado
Microrrelato: Me preguntaba en qué momento se había complicado tanto ser poeta. Embobado, mirando fijamente la gran pared del cuarto. Tal vez espero que las musas me envíen una luz, una idea, un mensaje… Algo que me haga reaccionar y empezar a escribir en esos folios, tan blancos, tan vacíos, tan solitarios… Tanto tiempo sin plasmar absolutamente nada en el papel que me avergüenzo cuando la gente me reconoce por la calle, me pide un autógrafo o simplemente me dice… ‘¡¡¡ Me encantan sus novelas y sus poesías!!!’. Yo, dando gracias con la boca pequeña y una media sonrisa, bajo la cabeza. Ahora sólo pienso qué color irá bien a esa pared.
Título: Rojo percance
Microrrelato: Dejó la calle llena de líricos cadáveres mientras el furgón, con las puertas traseras abiertas, se alejaba velozmente de la escena del ‘crimen’. Esa noche, alguien, que fumaba en el balcón, oyó los impactos, vio el asfalto teñido de rojo y avisó al 112. No tardaron en oírse las sirenas. Al llegar los servicios de emergencia quedaron perplejos… Alain, en su afán de llegar a su destino, no se percató que, al esquivar al gato que se cruzó en su camino, dio varios tumbos, golpeó un par de coches, se abrieron las puertas de la furgoneta y los tarros de grosella quedaron poéticamente desparramados por la calzada.
Título: Deuda divina
Microrrelato: Pagaba al asesino por el trabajo realizado y ambos, sin mediar palabra, desaparecían del reservado. Ya en la calle, cada uno tomaba un rumbo distinto y, así, quedaba zanjado el asunto. A su llegada de Roma, Julia, que había tenido que adelantar su regreso por la triste noticia, se encontraba desolada y abatida. En ese pozo de máximo dolor ni la compañía de sus seres queridos podía consolarla. El accidente que se había llevado a Manuel la sumió en una enorme depresión. Días después, en el entierro, Julia, horrorizada, se desplomó, perdiendo el conocimiento… cuando reconoció en la cara del sacerdote al cobrador de la deuda.
# Texto
Habana
Dejé aquello que me rodeaba,
llené mis velas con viento
de aventura y esperanza.
Buscando conocimiento
navegué en mares de plata.
Confieso que tuve miedo,
al no encontrar lo que ansiaba.
He visitado mil puertos
y he caminado en mil playas.
Llegó, por fin, el momento
que a la tuya yo arribara.
Fue un día dando un paseo
por las calles de La Habana.
Casi quedé sin aliento
cuando vi que tu mirada
me regaló el firmamento.
# Texto
A mi padre (fragmento).
(22/11/1913 – 28/05/2014)
Lo cierto es que resulta complicado hacer un breve recorrido por la extensa vida de este hombre.
Resumir e intentar destacar aspectos, vivencias y recuerdos… no es nada fácil.
Y no es por no tener de dónde elegir; cien años dan mucho de sí.
Cien años. Cien años. Cien años, seis meses y seis días, para ser más exactos.
En aquellos lejanos tiempos, en un pequeño pueblo de León, frontera con Asturias y al pie de los Picos de Europa, en una humilde familia numerosa, nació el hombre que nos ocupa.
Sus padres no se complicaron mucho. Nació el día 22 de noviembre, el día de Santa Cecilia, y le pusieron el nombre del santo. Cecilio.
Las ganas de conocer mundo, tal vez empujado por sus hermanos mayores, tal vez por las necesidades de los tiempos que corrían, le llevaron a dejar su Cistierna natal para aventurarse, a través del ejército, a recorrer lugares y países que sólo existían en los mapas de la escuela.
Hay que pensar que vivió de manera directa la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.
Estuvo en Rusia. Contaba durísimas anécdotas de su periplo por las tierras de aquella antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Historias que dejaban con la boca abierta a todos los que las escuchábamos. Incluso nos podía enseñar físicamente las huellas de aquella lucha con el frío más intenso; su pierna retorcida y seriamente dañada por los efectos de la congelación.
Después, y como una gran vuelta de tuerca, cambió las estepas y las gélidas temperaturas por el calor más sofocante y el desierto por excelencia; estuvo en los últimos tiempos del antiguo Sahara Español.
Algunas veces yo he llegado a preguntarle sobre estas dos etapas y él siempre ha contestado que el ejercito le sirvió para tener una profesión en un futuro pero, sobre todo, sobre todo, para vivir aventuras. Era algo que resaltaba sobre manera. Incluso llegó a decir que le quedaba pendiente hacer un safari en África.
Toda la entrada en este enlace.